sábado, 7 de mayo de 2011

Mi poesía

Hay quien dice que mi poesía es arte,

y yo les digo que sí,

es el arte de anhelarte.

Hay quien dice que mi poesía es viento,

me pregunto a donde irá,

bruñida de sentimiento.

Hay quien dice que mi poesía llega,

yo la dejo caminar,

si llega es porque se entrega.

Y yo digo que mi poesía es vida,

es mi esencia, mi sentir,

es mi alma, mi guarida.

lunes, 2 de mayo de 2011

Fábula del corazón errante


Érase una vez que se era un pobre corazón que, maltrecho de sentir, vagaba sin rumbo por la inmensa tierra. Estaba cubierto de heridas, unas más pequeñas, otras más grandes, pero por encima de todas ellas resaltaba una que aún seguía sangrando, brotando su sangre desde el mismo centro de su pobre ser. Era tan profunda que a nuestro buen amigo se le había olvidado hasta como sonreír.

Pasó días, semanas, meses horadando una tierra llena de sentimientos, pero el ya no sabía sentir nada.

-¿Que aciago destino me espera- pensaba el –si aún rodeado de sentimientos y habiendo nacido para sentir, yo ya no puedo sentir nada?-

En su camino se encontró con muchos otros corazones que, como el, habían sido heridos en algún momento. Unos le daban ánimo, otros le aconsejaban, todos le decían que con el tiempo las heridas pasan. Pero él ya no podía creer en nada, puesto que la ilusión por vivir también le había sido arrebatada.

-Que oscuros parajes me ha tocado recorrer- lloraba el- que aún rodeado de los míos y con mil manos tendidas para ayudarme a levantar, no soy capaz de reunir fuerzas para estirar las mías.-

Y así se pasó mucho mucho tiempo, siendo un amasijo de dolor y pena, sintiendo que el estar vivo, no era más que un cruel y retorcido castigo…. Hasta que un día la vio….la vio y ya nunca más pudo dejar de mirarla.

Ella era luz, era sonrisa, era paz y también alegría. Era la luna y el sol al mismo tiempo. Como no verla, si aún sumido en la más oscura nube de amargura, ella brillaba con la fuerza incomparable del amor puro y verdadero. Tenía tanto azul adentro, que con su sonrisa era capaz de tornar los días grises y apagados en días vivos y llenos de alegría.

Poco a poco y casi sin darse cuenta, nuestro buen corazoncito fue tornándose de oscuro a tenue, de tenue a radiante y al final, de radiante volvió a ser luz.

-¿Qué esto que me está pasando?-dudaba el- ¿Qué es esta luz que nace en mi pecho y empieza a curar mis heridas?

Y así, sin apenas advertirlo, nuestro amigo corazón se volvió a enamorar. ¡Y que bello volvía a ser todo! ¡Cuántos colores podía tener el mundo! El aire volvía a oler a vida, el agua volvía a saber a esperanza, lo sueños volvían a ser sueños y las sonrisas de nuevo de su alma brotaban.

Pero…..esperad un momento, que esto no es todo. Él estaba alegre porque se había vuelto a enamorar, pero enseguida se dio cuenta de que en realidad volvía a estar en peligro….

¿Y si ella no me quiere?- se angustiaba el- ¿Y si la he encontrado tan solo para sufrir el castigo de su ausencia? ¿Y si la digo cuanto la amo, y ella me responde que no puede amarme?

Y de esta manera, dejándose guiar por el espíritu de la duda, el pobre corazón volvió a sufrir de nuevo. Sus heridas parecían querer reabrirse, su alma cada vez retornaba más a la tristeza, su alegría, la alegría propia de amar, se había esfumado casi tan deprisa como llegó, aunque al menos esta vez nadie la había arrojado ningún cuchillo malintencionado.

Pasaron los días y el seguía viéndola. Compartían muchos momentos juntos, tenían muchas cosas en común, y su cercanía le hacía sentirse calmado y vivo. Mientras estaba con ella, sentía que podía ser él mismo, sin tapujos, sin caretas, tan solo él en esencia y nada más. ¡Qué días más bellos pasó a su lado! Siendo su amigo, bebiendo de su sabiduría, compartiendo hasta el color de sus almas. Pero poco a poco ella comenzó a sentirse inquieta. Sabía que el cargaba con algo por dentro que no la estaba contando, y esa falta de sinceridad la hacía sentirse menos tranquila, menos confortable cuando hablaba con él. Así que un día se lo dijo, le expuso todo lo que él la estaba haciendo sentir a ella en ciertos momentos debido a su cobarde falta de sinceridad. Él reconoció su error y la pidió disculpas. No sin mucho esfuerzo le acabó contando lo que le pasaba, cosa que por supuesto ella ya sabía. Es muy difícil esconder al amor cuando se siente desde tan adentro. Lo hablaron durante un buen rato. Ella se alegró de que al fin fuera sincero. Él liberó esa presión que había estado oprimiéndole durante los últimos días. Como ya bien sabia, ella no sentía lo mismo por él, así que naturalmente no podía corresponderle. Concretaron al fin, que partir de ese momento su amistad podía ser más completa, pues no habría tapujos ni sentimientos escondidos que pudieran llevar a malentendidos.

Cuando al fin se separaron aquel día, ella parecía marchar con mucha más paz. Sin embargo él se esforzaba por contener la irrefrenable angustia que siempre hace sentir el desamor. Llegó a su casa y muchas de sus heridas se esforzaron por reabrirse. Quiso llorar pero no pudo. Quiso volver a odiar aunque no encontró razones. Quiso gritar mas no le salía la voz. Así que finalmente, no pudiendo hacer nada para liberar tal desazón, simplemente se quedó dormido.

-Cuan bella hubiera sido la vida a tu lado, preciosa mía - soñaba el – cuantos retos al infinito hubiéramos ganado -

Durmió mucho más de lo normal y a la mañana siguiente ya no se sentía con fuerzas para plantarle cara a la vida. De hecho, estaba a punto de hacer un trato consigo mismo para dejar de sentir de una vez por todas, cuando de repente y como por arte de magia, sintió como una corriente de energía clara, pura y cristalina atravesaba su cuerpo de los pies a la cabeza, de la cabeza a los pies, del corazón al alma y del alma a la razón. Y desde la razón al fin comprendió que era ella la que le estaba dando su energía, que seguían tan cerquita como estaban antes y que ella también le quería, no de la forma que a él más le hubiera gustado, pero siendo a la vez más sincera, más pura, más completa, pues nada tenía que ver con lo carnal.

Y de nuevo sintió paz. Por fin había comprendido la lección que la vida le estaba tratando de enseñar. Y así acabo comprendiendo que: sentir amor es lo más bello que te puede pasar en la vida, pues, indiferéntemente de la forma en la que lo sientas, el amor siempre será la misma cosa, tan solo debemos dejarlo fluir.



Fin